Ya no se muere de amor

Que de amor ya no se muere es una gran verdad, porque salvo ser gatos (con 7 vidas) estaríamos todos muertos.

Ahora bien, morir no te mueres y sigues adelante, pero yo creo que se te va mustiando un poco el  corazón.  Los médicos dirían que sufres “necrosis isquémica”.

La necrosis designa una parte de un tejido en el que las células están «muertas», por lo que vuelven inactivas: un corazón necrótico es un corazón en el que una parte se ha destruido.

Así que emocionalmente hablando…

Tengo un corazón necrótico

He pensado mucho y muchas veces en cómo definir lo que siento… Y de repente pensé que era una buena definición. Porque el corazón sigue funcionando y sigue latiendo, pero no como antes. Y eso lo sé.

Mi corazón necrosado sobrevive a las inclemencias de la vida y a las relaciones modernas que hoy por hoy (por suerte o por desgracia) son ese tipo de relaciones que nunca llegan a afectar al corazón.

Puede que afecten a tu autoestima, pero a tu corazón ni de broma… La suerte de sufrir un divorcio es que te inmuniza.

Mi umbral de decepción amoroso es tan elevado que no hay nadie que pueda llegar a él, por lo tanto no me duele, ni frío ni calor… Es una muesca más y a veces ni eso.

¿Qué por qué cuento esto? Fácil.

Porque ayer, se me dio por hacer el gilipollas y me puse una película de esas “chungas”. Sí, con premeditación y alevosía…. Y con la botella de vino al lado porque de no ser por las dos copas de Ribera me hubiese cortado las venas y tampoco era plan.

Soy masoquista… (jajaja) porque me busco yo misma la sensación de dolor sin que venga nadie  a decirme que lo haga.

Pero a veces, tan sólo algunas veces ver esas películas románticas es la única manera de que mi corazón recuerde que el amor existe, que está ahí para los más afortunados y que quieres que te diga… Que son sensaciones que merece la pena vivirlas.

Y no, no me puse una película de esas clasificada como “lacrimógena” en plan “Los puentes de Madison” o “El príncipe de las mareas”…. ¡Qué va! Eso ya hubiera sido demasiado.

Me puse una pelí que hasta tiene gracia, porque aunque parece amor adolescente, todos nos volvemos como críos cuando de amor se trata.

Además tenía ganas de volver a verla, en un último intento desesperado de ver si lo de mi corazón es necrosis o sólo una dolencia pasajera.

“Tengo ganas de ti”

No es una película digna de un Oscar… Pero me emocioné en alguna de sus escenas y si antes tenía dudas sobre el funcionamiento de las relaciones modernas, ahora os diré que cada vez estoy más convencida de que  el error es comenzar por el final.

El final es el sexo.

La gente se acuesta y se levanta con personas que realmente ni le gustan, que no son su tipo y con las que si no fuese por las dos copas de más o por una necesidad puramente física… Si se tomasen su tiempo en pensarlo… No lo harían.

Hacemos de algo especial algo banal (al menos en mi humilde opinión) que se termina convirtiendo en un acto mecánico incluido en cualquier tipo de cita.

Esto no lo digo por mí ni en exclusiva… Esto lo digo porque sé que muchas veces nos consolamos con los ratos de cama cuando el consuelo sería sentirse querida.

Y como dice Luís Ramiro: EN MITAD DE UNA CAMA, PROMETER NO CUESTA NADA, SON “TE QUIEROS” DE OCASIÓN.

Y viendo esa película  me he dado cuenta de lo mucho que echo de menos ciertas cosas que por desgracia ya no se estilan.

Hoy ya nadie te busca, ya nadie te conquista. El acuerdo tácito entre las partes (dos personas adultas) deja bien claro que es un mero trámite… que en vez de fumarte un cigarro o tomarte un café…algunos tienen una cita o un encuentro sexual.

Si no fuese porque alguna vez viví el amor como en esa película creería que estoy loca o que me he confundido de Planeta.

Si antes te tirabas semanas “flirteando” y con mensajes, si la primera cita era un café y si el primer beso era algo que llegaba cuando los dos estaban tan seguros de besarse… Hoy no hay café que valga… Hoy besas a cualquiera y  aquí no pasa nada.

Así que tengo la suerte de tener un corazón necrosado que no siente ni padece y puedo sobrevivir a esta etapa de mi vida sin sentir nada… Estoy en esa etapa en la que acepto que el amor ya no existe como yo lo conocía…

Asumo que lo que me queda tal y como dice García Márquez:

“El sexo es el consuelo que nos queda cuando ya no nos alcanza el amor”.